Expresiones Sinceras. Junio 1961 (14)

                           EL  IMPERIO  DEL  NORTE  TRAS  LA  MUERTE

                                                          DEL TIRANO.

                                                                  1961

El triunfo de los objetivos que perseguían los intereses externos de  acabar  con  el  régimen  de  Rafael Trujillo,  se dio cuando los que tomaron el control del país, luego de su muerte, se identificaron con la causa de los que dominaban la región durante la Guerra Fría.

 

Fueron innumerables las ocasiones en que se fraguaron planes o se intentó por diversos medios la eliminación de Rafael Trujillo, ya como militar y luego como gobernante. Y este, al pasar el tiempo, pudo por diversas razones sortear el peligro que ello representó en cada uno de esos momentos, para seguir viviendo al frente de la estructura dictatorial que, poco a poco, con habilidad excepcional, fue tejiendo con la ayuda de un selecto grupo de colaboradores.

Cuando soplan nuevos vientos en la política internacional, en donde no solo pierden  a Cuba en el campo ideológico, sinó también como punto estratégico regional, ya que cae en manos de sus enemigos, los políticos que gobiernan en ese entonces a Norteamérica temen que la tiranía de derecha existente en la República Dominicana sea propicia para que surja un gobierno de izquierda, debido a los crecientes problemas internos en esa media isla caribeña, lo cual llegó a ser, en aquel momento, una de sus principales preocupaciones durante la llamada Guerra Fría, cuyo principal contendor lo era, la hoy desaparecida Unión Soviética.                

Pero Rafael Trujillo en su ambiente mantenía el control.  La oposición a su régimen  -que  había ido creciendo en los últimos años- estaba maniatada.  Los organismos de represión de su dictadura manejaban con efectividad  a toda la población.  Y lo que era más importante, esas fuerzas le eran leales.  No habían visos de invasión por parte de los exiliados.  La  última,  producida en 1959, militarmente había fracasado.  Era inimaginable un golpe de estado, ya que  todos los mandos militares importantes estaban en manos de sus familiares y de los  cómplices de sus fechorías.  Ni hablar de una revolución que lo sacara del poder, ya que la población estaba prácticamente desarmada, dominada por el miedo, el adoctrinamiento y la ignorancia.  Por lo que se deduce él, dentro del país, manejaba la situación. 

 El peligro real para su régimen estaba en el exterior, desde donde se estaba alentando internamente su desplazamiento.  Y lo hizieron, poniéndose en contacto con disidentes, estimulándolos a  formar un grupo, para con ese apoyo no importando el medio, desplazar del poder al hombre que los había gobernado desde 1930.

Nunca se ha confirmado oficialmente la participación del gobierno norteamericano en los hechos que culminaron con la muerte de  Rafael Trujillo, pero documentos del Departamento de Estado de esa época que eran secretos, de donde màs adelante expondremos algunas referencias, inducen a pensar que ya desde 1960 había un interés marcado por deshacerse del tirano.  Aparte de que se haya ocultado por razones obvias, de seguro que ésta no tuvo motivos humanitarios hacia la población.  Si se hubiera producido una coyuntura política en la región que lo hubiera mantenido en el mismo sitial de años anteriores, por ellos, hubiéramos tenido para rato al tirano o a sus descendientes gobernando.

 Cuando el  “Gramma” llega a las costas de Cuba con un grupo de hombres para luchar en contra del régimen de Fulgencio Batista, pocas probabilidades de éxito se le veía en principio a esa aventura.  Una serie de dictaduras y gobiernos abusivos imperaban en esos tiempos en  toda América Latina y eran apoyados por los norteamericanos, pues a éstos no les importaban el futuro y el  sufrimiento de esos pueblos, siempre y cuando los tiranos les garantizaran sus intereses políticos y económicos en la región.  Por eso, vemos gobernando por largo tiempo a Fulgencio Batista en  Cuba, los Somosa en Nicaragua, Strossner en el Paraguay  y  Rafael Trujillo en la República Dominicana.  Y surgiendo en los últimos tiempos desde Haití, Francois Duvalier.

En ese entonces, Cuba era el patio de recreo de Norteamérica.  Sus playas, los casinos de juego,  la prostitución y los ingenios azucareros constituían el incentivo de los inversionistas y el  disfrute de la clase pudiente que viajaba como turista a esa isla del Caribe.  Cuando el líder de la revolución baja triunfante con sus seguidores de la Sierra Maestra, tenía planes muy diferentes a los de la clase gobernante norteamericana, quienes esperaban seguir manteniendo el control de ese país caribeño.

El primero de varios eventos que afectarà la vida de los dominicanos, se produce como consecuencia de la Guerra Fría y cuando Fidel Castro hace su alianza con los rusos.  Esto pràcticamente fue un desafío al poder norteamericano, pero consecuencia de políticas tradicionales hacia América Latina, y que con el caso cubano intentaron  volver a repetir, lo cual hizo se radicalizara aún màs de lo que parecía ser la Revolución Cubana. Este acontecimiento forma parte de las circunstancias que provocaron el principio del fin de Rafael Trujillo y su tiranía.   

Los dirigentes cubanos, ya alineados con la Unión Soviética, pretenden disputarle a los Estados Unidos la hegemonía política en la región, tratando de expandir su revolución, por lo cual se desatan los vientos huracanados de la Guerra Fría en nuestro patio, llevándose primero al dictador y de paso a su régimen.

La Guerra Fría en sus inicios, fue una coyontura favorable para la permanencia en el poder de Rafael Trujillo. Debido a esta se hicieron màs estrechas las relaciones del dictador con los políticos del norte, al este hacerse sentir como un aliado.  Pero al cambiar las fuerzas políticas de la región, la Guerra Fría se convierte en la tumba del que una vez se hizo llamar en vida, “ el campeón del anticomunismo en América.”   

Otro hecho que formó parte de los elementos causales que propiciaría el tiranicidio del 30 de mayo de 1961, toma forma cuando se descubren las manos criminales que atentaron contra la vida del presidente venezolano, Sr. Rómulo Betancourt.  El 16 de junio de 1960, una bomba que explotó casi debajo del vehículo en que viajaba, por poco  acaba con su vida, dejàndolo mal herido.  Luego se descubre que los autores materiales fueron reclutados por un agente al servicio del régimen de Trujillo, el coronel Johnny Abbes García.

Buscando eludir represalias internacionales por el atentado contra el presidente de Venezuela, el 3 de agosto de 1960, el dictador hace que renuncie a la presidencia de la república su hermano, Héctor B. Trujillo.  En su lugar, toma juramento como nuevo presidente el Dr. Joaquín Balaguer Ricardo, quien ocupaba el cargo de Vice-Presidente.  El dictador pretendía crear la imagen de que él y su familia se alejaban del poder.

Pero de nada le vale esa jugada política. Varios días después, el 21 de agosto, los estados miembros de la OEA deciden romper las relaciones diplomàticas y suspender las relaciones comerciales con la Rep. Dominicana. 

Los Estados Unidos estaban tratando de hacer un frente común con algunos países del àrea para tratar de echar a Fidel Castro del poder en Cuba y no podían, sin poner en peligro sus planes, darle la espalda a la resolución de la O.E.A. en contra de Trujillo.  Por eso,  les vino como anillo al dedo el apoyar al organismo regional en las acciones que decidieron tomar. Así se ganaban las voluntades de los países miembros para sus planes contra el gobierno cubano, a la vez que con ellas se deshacían del dictador dominicano.   

Debido a todo lo anterior, la potencia extranjera que en determinados momentos le dio su apoyo, ya no confiaba en que podía preservarle sus intereses, por lo cual deciden echarlo a un lado.  Así como lo dejaron tomar el poder y mantenerlo, hacerlo su aliado y cómplice en algunas de sus fechorías por la región del Caribe, y también porque el dinero creador de  relaciones públicas que él espléndidamente les repartió a sus politicos, lograra su objetivo durante un tiempo, ahora, porque ya les representaba un estorbo para sus planes, lo invitan a marcharse. 

Por diversos canales, tanto diplomàtico como personal, le envían un mismo mensaje a Rafael Trujillo: deja el poder.  A parte de sus negativas a cada uno, este le envía otro  muy elocuente a los políticos norteamericanos, en un discurso pronunciado por el Dr. Joaquín Balaguer en una manifestación pública que tuvo por escenario el entonces Estadio Trujillo, ante miles de concurrentes, donde el tirano estuvo presente.  

En una parte dice así: “ El mundo podrà ver a Trujillo muerto, pero no prófugo como Batista, ni fugitivo como Pérez Jiménez, ni sentado ante las barras de un tribunal como Rojas Pinilla”.   Para un buen entendedor, significaba que iba echar la pelea para quedarse gobernando o morir en el intento.                             

La base de sustentación externa de la dictadura definitivamente deja de existir.  Esta, deseando tener aliados que en el momento necesitan para sus otros planes y sopesando de que también en la República Dominicana pudiera darse un cambio de gobierno respaldado por Cuba, busca por todos los medios de que Rafael Trujillo desaparezca del panorama político regional.  El hecho de que este no acepte el consejo para dejar el poder  y se declare renuente a irse del país, marcarà su destino y sería el principio de lo que luego tendría un final sangriento.

Por eso estimulan su caída, apoyando a elementos inconformes de su entorno y las sanciones económicas que los gobiernos del área le habían impuesto a su vecino el dominicano.  Debido a lo anterior, se ponen en contacto con un grupo de personas cercanas al ambiente del poderoso dictador, los cuales planifican y logran con éxito un atentado contra su vida.

En los hechos derrarrollados se llega a comprobar, en un momento determinado, un punto de desacuerdo entre el Departamento de Estado y los disidentes, originado a última hora, donde los norteamericanos intentan retrasar cualquier acción para eliminar al tirano.

Antes de proceder a la eliminación de Rafael Trujillo del escenario, querían tener definido el plan de acción a seguir e identificados los elementos que iban a tomar el control del país, cosas que aún desconocían.   Su experiencia en el caso cubano les aconsejaba cautela y prudencia en ese sentido. También, con esto se estaban cuidando de otro posible revés en tan poco tiempo, debido al reciente fracaso de la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba, auspiciada por ellos, lo cual los hacia muy vulnerable ante la oponión pública internacional por este tipo de intervención a un país del hemisferio 

 Pero la realidad que vivían los comprometidos en la trama era muy distinta y opuesta a los intereses norteamericanos, que los hacía actuar con premura y agilizar los planes que pensaban llevar a cabo. Ya varios que habían hecho para eliminar al “jefe” no pudieron llevarse a la pràctica por azares del destino.  No eran profesionales en la tarea que se habían propuesto hacer; no estaban preparados para resistir la presión que originaba el tipo de actividades en la que se habían involucrados.  La mayoría de ellos pertenecían a la denominada “sociedad trujillista”, esa reducida clase media sin grandes apuros económicos que había en aquellos momentos en el país, vinculados al régimen en lo militar, lo económico y lo social.  En mayor proporción, eran funcionarios y exfuncionarios, uno o dos militares activos y ex-militares. Unos motivados por la venganza personal; otros, por el deseo de querer quitarle al país su pesadilla viviente.   

No estaban exentos de en cualquier momento caer bajo la vigilancia de algunos de los calieses de Johnny Abbes y en ser detectada sus diligencias conspirativas.  A lo largo de tres decenios fueron varias las conspiraciones descubiertas y el destino mortal de los implicados junto a sus familiares, por lo cual estaban conscientes de que mientras màs dilataran lo planificado, mayores riesgos tenían de fracasar de la manera màs tràgica.  A pesar de todo, esto último no lo pudieron evitar.

Las armas prometidas no llegaban y eso intranquilizó a los cabecillas del grupo.  Cuando reciben el envío, se sienten defraudados. Lo recibido no era la cantidad y la potencia de fuego de lo acordado, por lo cual decidieron usar sus propias armas, uno de los tantos errores que cometieron.   Pero lo que ellos no sabían era que esa actitud formaba parte de una tàctica dilatoria de los norteamericanos, que ya habían decidido darle larga al asunto, tratando de evitar, por el momento, la acción de los comprometidos en la conspiración para eliminar a Rafael Trujillo     

Los conjurados, sin saber lo que estaba pasando con su apoyo externo, ponen en marcha lo que tanto habían pensado hacer y eliminan físicamente al tirano.  Por la forma, se puede decir que fue un suicidio el ejecutar dicha acción.  No se prepararon para protegerse ante alguna que otra eventualidad negativa, tal como ocurrió. No encontraban ni siquiera donde esconderse y ayudar, a la vez, a sus familiares, algunos de los cuales corrieron su misma suerte.   Nunca hubo un “plan B”.  Todo lo apostaron a que las cosas iban a salir según lo habían planeado. 

Los errores cometidos determinaron que fueran identificados, perseguidos, apresados y algunos eliminados ràpidamente por los agentes de seguridad del régimen.  Dejaron abandonado en el lugar del hecho un vehículo propiedad de uno de ellos, así como también una de las armas utilizadas. No se dieron cuenta de que el chofer deTrujillo solamente estaba herido y no muerto.  Por último, llevaron a un compañero que había sido mal herido en el tiroteo que se originó, a un hospital.  Este fue a  las pocas horas del hecho el primer apresado.   Y la suerte tampoco los acompaño esa noche.  En un lugar no muy lejos de donde se originó la balacera, estaba en un restaurant con su esposa, el general Arturo Espaillat, que momentos antes había visto pasar el carro deTrujillo.  Asoció los disparos que al rato escuchó con un posible atentado al mismo. Graduado en la cademia militar  norteamericana de West Point y apodado con el sobre nombre de “navajita”, había sido uno de los primeros jefes que tuvo el servicio de inteligencia.  

Después de acercarse al lugar de los hechos y comprobar lo que había imaginado, en breve tiempo alerta a quienes empezaron de inmediato la cacería humana que se inició por todo el país.     

El principal soporte interno de la dictadura es tomado por sorpresa, porque no puede impedir que eliminen a su “Jefe”.  Solamente pueden obstaculizar que los complotados lleven a cabo la segunda parte del plan, que era la de tomar el control del gobierno.   

En el libro titulado Balaguer y Trujillo, escrito por el profesor Francisco Rodríguez de León, citando como fuente otro libro, Eisenhower y los Trujillo, del historiador dominicano Bernardo Vega, dice en las pàginas 331 y 332 lo siguiente:

 “El dato aportado por Vega es importante, pues ayuda a entender la participación de Estados Unidos en el tiranicidio.  Así, en el documento del departamento de Estado sobre los planes para evitar un régimen castrista en República Dominicana, una de las opciones presentadas para tal fin fue la de abstenerse “de participar en acciones que aceleraran la caída de Trujillo, mientras se trataba, durante un período màs largo, de identificar, desarrollar y promover un moderado liderazgo cívico militar (sic), que estaría preparado a tomar el poder cuando ocurra su muerte natural, su asesinato, su fuga o derrocamiento”.

“En ese mismo sentido, ya màs de un año antes del tiranicidio ( desde abril de 1960), el gobierno norteamericano había dado instrucciones a su embajador en Ciudad Trujillo, Joseh Farland, para que acelerara los contactos con los disidentes, con el propósito de consolidar un grupo civico-militar capaz de tomar el poder, al tiempo que se intentaba persuadir al tirano dominicano de que abandonara el país pacificamente. 

De hecho, el embajador Farland señalaba en uno de sus reportes, que había estado en contacto con los disidentes desde hacía màs de dos años.”  

 La eliminación física de Rafael Trujillo no es producto de una acción directa del pueblo contra él y sus cómplices.  Es alentada y luego, al desaparecer sus principales protagonistas, los hechos subsecuentes son controlados por quienes lo dejaron subir y en ciertos momentos lo ayudaron a mantenerse. Puros intereses foráneos se juntaron a la voluntad de varios hombres que decidieron quitar del medio a quien había gobernado a los dominicanos con mano férrea en los últimos treinta años.  

A veces la grandeza viene en forma de sacrificio y ellos, los ahora héroes del 30 de mayo, sacrificaron sus intereses, ya que pusieron en juego su bienestar y el de sus familias a la hora de tomar la decisión de participar en el complot, el cual fracasó en parte.

 Aquellos que solamente contribuyeron en determinados momentos con màs apoyo moral que material o logístico, fueron los que verdaderamente recogieron el fruto de ese sacrificio y lograron sus objetivos. Estos iban a impedir luego los cambios que se estaban exigiendo y el país necesitaba tras la muerte del dictador, pues la Guerra Fría no contemplaba procurar el bienestar de ningún  pueblo, salvo  de quienes la dirigían si triunfaban.  En ese tiempo Wáshington y Moscú se disputaban la hegemonía sobre la faz de la tierra.  Y como un decir, el Imperio Romano, quien ganara sería la Roma que dominaría en el mundo.

                    

                           EXPRESIONES  SINCERAS

 Los acontecimientos políticos y los rumores que estos generaban estaban fuera de mi cotidianidad, ya que de esas incidencias se ocupaban mis familiares de màs edad. 

 Por eso, en aquellos momentos, ante la oleada de comentarios que circulaban por todo el país, principalmente en la ciudad capital, donde la gente solo decía “algo grande està pasando”.  Mis pensamientos estaban dirigidos hacia un pequeño libro que estaba estudiando para el exàmen previo, pues si lo pasaba, tendría derecho a celebrar la primera comunión.

Hubo un hecho que siguió aumentando las habladurías en la fonda. Ocurrió cuando regresé ese día de la escuela màs temprano que de costumbre, porque después del recreo nos despacharon hacia las casas sin decirnos el porqué de tal medida.

Cuando mi padre se enteró de la  salida repentina del centro escolar, sin motivo aparente alguno, escuché cuando comentaba con otra persona, de que “algo grande estaba pasando”, pues también se había corrido la voz de que a todos los militares los habían acuartelados.

Esa tarde, cuando pasé el examen oral del catecismo religioso, quedé tan complacido con ello, que accedí acompañar al seminarista y ayudante eclesiástico Alcibiades, a recoger en la repostería el bizcocho que se iba a brindar después de terminada la ceremonia de la primera comunión en la iglesia de la Altagracia, el próximo domingo, en la cual yo  participaría haciendo la misma.

Cuando veníamos de regreso, abordamos un carro del transporte público para llevar màs cómodamente el paquete del encargo.  En un momento determinado durante el viaje, por el radio del vehículo se empezó a recibir una noticia, a la cual no le presté mucha atención, debido a que estaba màs pendiente a cuidar lo que llevaba entre las manos que lo que pasaba a mi alrededor. 

 Sí pude oír perfectamente cuando Alcibiades le preguntó al chofer:  ¿Y fue que lo mataron ?  A lo que este respondió:  ¡Unjú!

 En el momento no comprendí de qué estaban hablando; solo noté una ligera sonrisa en el rostro de mi acompañante.

Cuando llegamos a la iglesia, me di cuenta de que algo anormal estaba pasando. Diversos grupos de personas conversaban en voz baja, y sólo cuchicheos podía oír.  Así que me acerqué a uno de los muchachos que estaban ayudando en los preparativos del acto que se iba a celebrar el próximo domingo, y le pregunté del porqué tantos murmullos y secreteos, diciéndome éste, con un leve susurro de voz pegado casi al oído, como para que nadie más lo oyera:

                                                   – ¡ Mataron aTrujillo!

Enseguida, un miedo repentino me envolvió, obligándome en ese momento a salir corriendo hacia mi casa.  Cuando llegué a la fonda encontré a mi madre en un estado deprimente, al borde de que se le salieran las làgrimas. Me recibió con un abrazo, a la vez que me repitió las últimas palabras que yo ya había escuchado en la iglesia:

                                                     -¡ Mataron  a Trujillo!

 Ahora que estoy escribiendo sobre esos recuerdos, de hace ya màs de 45 años, puedo entender e interpretar con gran acierto lo que estaba pasando a mi alrededor.  En aquella época, debido a mi corta edad, no podía, por desconocer muchas de las reacciones emotivas del ser humano, principalmente a las que atañían a sus expresiones sinceras.

Tan pronto mi madre me retiró sus brazos, detràs de ella había una mirada que observaba la escena.  Lo ojos de esa persona expresaban lo que con palabras no se atrevían a decir.  Eran los de Bernarda, la empleada más antigua.  Estos brillaban de una manera muy especial. Y acordándome de su querido José, puedo interpretar en la expresión de su rostro, lo agradable que le debió haber caído la inesperada noticia. 

Entonces, busqué a mi padre, a quien encontré sentado en un rincón de su  habitación.  Reflejaba en toda su figura el momento triste por el cual estaba pasando. Creía que era solamente por lo que había sucedido, resultó  que su pena era terriblemente doble.  En esos momentos, le decía a una persona de su entorno:

    – No me lo explico, Moro el Barbero es el único que me ha dicho que se alegra por la muerte deTrujillo. 

Mi padre estaba anonadado, no tan sólo por el repentino acontecimiento, sino también porque no podía concebir que alguien pudiera alegrarse por la muerte de un hombre que, según él: “había hecho tanto por el país”.  El viejo Moro, como le decíamos, tenía su local al lado de la fonda.  Tuvo un hijo que había sido militar; un día apareció muerto en circunstancias “misteriosas”.

 Tan pronto anuncian oficialmente la muerte de Rafael Trujillo, la mayoría del pueblo, al margen de las maniobras que se habían ejecutado y estaban produciéndose, divide en dos sus sentimientos, reflejando en ellos los factores de dominación utilizados para el mantenimiento de la dictadura. 

Una parte expresa con cautela y discreción su sentir de alegría, debido al miedo; la otra lo hace de manera pública, reflejando un patético dolor por la pérdida, resultado de una abundante dosis de adoctrinamiento, mezclado con una arraigada y profunda ignorancia.

 

 

 

 

                                                                    

 

 

 

 

       

 


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